Con la llegada del nuevo curso siempre hay un ritual que se repite....son todas aquellas promesas, intenciones, pensamientos, etc. que nos proponemos...maravillosos rituales que nos damos cuenta de que no hemos cumplido, pero que, sin embargo, volvemos a proponernos...
Esas buenas intenciones que se manifiestan en afirmaciones como "este año seguro que perderé esos kilitos, empezaré a cuidarme, iniciaré el negocio que siempre he soñado...seré como siempre soñé que sería..."
Varias preguntas deberíamos realizarnos antes de lanzar al universo todos esos buenos deseos: ¿son demasiadas cosas para hacer?, ¿qué pequeños objetivos tengo que plantearme para conseguir esa meta final?, ¿creo realmente en lo que deseo? y ante todo...
¿mi cuerpo y mi mente están alineados?
¿Alineados? Con ello quiero decir que mi mente acompañe a mi cuerpo y mi cuerpo a mi mente y se manifieste en la suficiente energía física para poder afrontar los retos diarios y suficiente fortaleza mental para no flaquear ante las dificultades que se puedan presentar....pero cómo llevar a la práctica todo aquello que, en muchas ocasiones, se queda en una bonita teoría.
Fundamental es mantener el cuerpo activo para sentirnos mejor con nosotros mismos, más ágiles, fuertes, elásticos...con ello conseguimos no sólo equilibrar el cuerpo, sino dar otra energía a la mente que se manifiesta en estar más despiertos, abiertos a los estímulos que vienen del exterior, fuertes para tomar decisiones y realizar cambios. En una palabra alineamos cuerpo y mente porque los enfocamos hacia una misma energía proactiva.
El modo de estar de las personas es el reflejo de su actitud ante la vida, una persona que sufre tensiones, contracturas o problemas físicos, sin origen físico, es una persona que no se sostiene bien (en todos los planos de los que estamos compuestos).
Empezaremos a "cambiar" ese modo de estar por lo más tangible, nuestro cuerpo...
Empezaremos a "cambiar" ese modo de estar por lo más tangible, nuestro cuerpo...
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